Alfredo Rivera, Finca El Prado

Mi padre enfermaba a menudo y murió cuando yo era todavía un chico.

Su muerte me obligó a empezar a trabajar la pequeña parcela que teníamos. De esto hace ya medio siglo, y entonces cultivábamos maíz. Con mucho esfuerzo, pude comprar un poco más de tierra y decidí convertirme al café, porque noté que daba más ingresos que el maíz. 

Así fue como, alrededor de 1992, recogí mi primera cosecha de granos de café y comenzó un nuevo capítulo de mi vida. Poco a poco, diversifiqué las variedades y ahora cultivo Borbón, Catimor, Parainema e IH-café 90. Estas dos últimas son especialmente resistentes a la roya.

No obstante, también cultivo un poco de maíz y frijoles en mis tierras. Es para nuestro propio consumo, y mucho más barato que tener que comprarlo en el mercado local. Mi mujer y yo tenemos ocho hijos, así que había muchas bocas que alimentar cuando eran pequeños. Seis de ellos son hijas, que ahora viven con sus cónyuges y tienen sus propios hijos. Dos son varones, que también son adultos, pero que siguen viviendo con nosotros y trabajan conmigo en nuestra finca. 

Tengo la suerte de tenerlos, ya que yo nací en 1960 y ahora soy demasiado viejo para ocuparme de la tierra por mí mismo. Sólo son 1,5 hectáreas, pero aun así, requiere un esfuerzo diario para mantenerla bien. Hay que cortar las malas hierbas, mantener las plantas ordenadas, procurar que haya suficiente sombra, pero no demasiada, recoger la cosecha, secar y preparar los granos recién cosechados, y mantener la tierra fértil. 

He dejado de utilizar fertilizantes. En parte porque era obligatorio para obtener la certificación orgánica, pero también porque resultaba demasiado caro. Ahora utilizamos la pulpa que sobra cuando se despulpan los granos, y también los excrementos de nuestras gallinas. Esto hace que la finca sea mucho más sana y que las cosechas sean mejores. 

Es emocionante saber que un reconocido importador de cafés especiales de Taiwán ha comprado parte de nuestro café en 2022. Antes, apenas sabía dónde se encontraba Taiwán, pero mis hijos me ayudaron a encontrarlo en un mapa llamado Google en Internet. Está increíblemente lejos y apenas puedo creer que mis granos vayan a terminar su viaje tan lejos. Me llena de orgullo y también de esperanza renovada. 

Por fin se nos recompensa honradamente el esfuerzo que estamos haciendo en nuestro trabajo. Tres décadas de duro trabajo para mí, y casi diez años para mis hijos. No puedo esperar a que empiece la próxima cosecha, ya que ahora tengo un nuevo vigor y una perspectiva tangible de relaciones estables con los compradores de granos de calidad.

 

 Datos de la finca

1,5 hectáreas a 1.430 metros

Sombra de muchos árboles locales diferentes, un poco de naranja y algo de aguacate.

Pacas, Borbón, Catimor, Parainema, IH-Café 90

Finca certificada como orgánica, comercio justo, RFA